Palabras que no dicen nada.

Estaba preparada para una historia de amor importante, para querer, para cuidar, para amar como una gata, solo que solamente me encuentro con hombres que no le gustan los gatos, que les patean para que se alejen, que no les dan de comer porque creen que son lo suficientemente astutos para buscarse la vida y sobrevivir. Que cuando llegan a casa, de noche, y se van a la cama, cierran la puerta y hasta mañana.
Estaba lista para una historia importante, porque así funciono mejor, y huelo mejor, cocino y canto mejor, y escribo mejor, y porque creo que así la musa no se iría jamás. Al menos, no tan lejos como para no verla por ninguna parte.
Sentir miedo no es compatible con amar, por eso cuando me escribe el hombre que no quería a los gatos solo siento pena. Creo que su tiempo se ha prolongado suficiente en el tiempo, que desgraciadamente siempre encuentra la manera de dar la vuelta al reloj de arena, mientras yo busco la manera de romperlo y solo pararme a contemplar como la arena se derrama por doquier.
Encuentro ningún punto de cordura a las cosas que dice, no consigo coser sus palabras con sus actos, mucho menos sus pensamientos de amor y odio hacia mi.
No.
Las palabras de arrepentimiento no me dicen nada, como diría Iván Ferreiro.
Hay niños crueles que atrapan una mosca, la torturan, le quitan las alas... La ultima vez yo me sentí la mosca y él, el que no es ni será mi "ÉL", sabe perfectamente que fue el niño cruel.
Vete lejos, tan lejos como te lleven las alas de tu destino. Lejos del mío por favor.
Intento recuperar las alas, las ganas, la musa, las letras, la mujer-niña que quiero ser, con todas sus cosas, absurdas, cursis, repelentes, curiosas, incomprensibles, improductivas, intrascendentes, coloquiales, convencionales, estridentes, sensibles, brillantes, astutas. Y sobre todo, lejos del alcance de los niños peligrosos que todo lo que tocan lo rompen.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Lo sabía

La palabra es sanadora.

Sólo una confesión.